Mal viaje

Durante una crisis psicodélica pueden producirse multitud de reacciones. Algunos usuarios pueden experimentar una sensación general de miedo, pánico o ansiedad. Un usuario puede sentirse abrumado por la desconexión que provocan muchos psicodélicos y temer que se está volviendo loco o que nunca volverá a la realidad. El miedo que se siente durante un mal viaje tiene un carácter psicótico, ya que proviene del interior de la mente del viajero y no del entorno externo. Por ejemplo, durante el primer viaje con ácido de Albert Hoffman, éste alucinó con que su vecina se había convertido en un demonio maligno, cuando en realidad sólo era una mujer amistosa que intentaba ayudarle.

Una persona que tiene un mal viaje puede intentar hacerse daño a sí misma o a otras personas de su entorno. Pueden experimentar ideación suicida, o hacer intentos de suicidio en toda regla. Debido a la magnificación de las emociones que inducen, muchos psicodélicos podrían causar pensamientos de muerte y reacciones intensamente adversas en algunos usuarios. Los usuarios pueden creer que su muerte es inminente o que el propio universo se está derrumbando. El usuario puede observar el rápido «envejecimiento» de otras personas, lo que perpetúa los temores antes mencionados en un grado aún mayor.

Algunos usuarios pueden experimentar desorientación. Las visiones normales del tiempo, el espacio y la persona pueden verse alteradas sustancialmente, lo que provoca miedo. Algunos pueden empeorar su estado tratando de luchar contra la experiencia psicodélica después de embarcarse. Puede haber ilusiones de insectos arrastrándose sobre o dentro de uno mismo, o de estar en lugares sucios como alcantarillas. Algunos usuarios pueden experimentar una sensación de perder el control de sus mentes debido a los persistentes pensamientos acelerados.

En raros casos se puede observar una aparente pérdida completa de control, con un comportamiento del individuo que tiende a exhibir una pérdida temporal de la comprensión normal de la navegación del propio entorno físico. Un individuo en tal estado puede causar daños accidentales a sí mismo y a los demás, y puede incluir comportamientos tales como agitarse o incluso atropellar el tráfico, o, como tal estado puede no implicar necesariamente el movimiento físico, puede implicar la inducción de un estado catatónico o la expresión de vocalizaciones aparentemente aleatorias, es decir, no limitadas al habla verdadera. Esto puede deberse a la incapacidad de reconocer los estímulos externos por lo que son. Stanislav Grof explica esta característica:

Hay un tremendo peligro de confundir el mundo interior con el mundo exterior, por lo que estarás lidiando con tus realidades internas pero al mismo tiempo no eres consciente de lo que está sucediendo, percibes una especie de distorsión del mundo exterior. Así que puedes acabar en una situación en la que estás debilitando las resistencias, tu conciencia se está haciendo más consciente, pero no estás realmente en contacto con ella de forma adecuada, no estás realmente experimentando plenamente lo que hay, no lo ves por lo que es. Te engañas y quedas atrapado en esto.

Imprevisibilidad de la experienciaEditar

Los efectos de los psicodélicos varían mucho de un individuo a otro, y de una experiencia a otra. A veces, los individuos bajo la influencia de estas drogas no entienden que han tomado una droga y creen que nunca volverán a su percepción ordinaria y sobria, aunque a algunos se les puede recordar verbalmente. En los casos en los que el individuo no puede mantenerse a salvo, la hospitalización puede ser útil, aunque el valor de esta práctica para individuos no enfermos mentales es discutido por los defensores del uso investigativo o recreativo de los compuestos psicoactivos. La psicosis se agrava en individuos que ya padecen esta condición.

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