De vez en cuando, usted morderá la pieza final de un pepino perfectamente bueno sólo para obtener un sabor amargo y acre no deseado. Esto me ocurrió durante años, sin importar el cuidado con el que seleccionaba mis pepinos, aunque generalmente tenía mejor suerte con los que conseguía de los productores locales y del mercado de agricultores.
El Estado de Oregón explica que el culpable es un compuesto orgánico llamado cucurbitacina, que tiende a concentrarse en las hojas, los tallos y las raíces. Sin embargo, puede viajar hasta la propia fruta, pero es más probable que se encuentre en el extremo del tallo precisamente por esa razón. Rara vez se desplaza hacia el centro del fruto.
La Universidad de Purdue señala que factores de estrés como la falta de agua o el calor excesivo pueden hacer que los pepinos produzcan más amargor. La mayoría de los lugares recomiendan pelar los pepinos de su piel verde oscura, ya que aparte del extremo del tallo, es donde más se acumula la cucurbitacina.
Sin embargo, la mayoría de los nutrientes de los pepinos se concentran en la piel y las semillas. Además, odio perder el rico color y el crujiente chasquido que proporciona la piel. Así que, ¿cómo podemos librar a los pepinos de su amargor sin sacrificar la piel? Por suerte, hay un viejo truco que aprendí de la madre de mi amigo indio para eliminar el amargor de los pepinos, y es súper fácil.
Primero, lava bien los pepinos. Luego corta un trozo pequeño tanto del tallo como de los extremos de la flor. Yo suelo intentar que el trozo no sea mayor de medio centímetro.
Siguiente, coloca el trozo cortado de nuevo en el pepino y empieza a frotar los extremos planos.
Muy pronto, aparecerá una sustancia blanca espumosa. Sigue haciendo esto durante uno o dos minutos hasta que el pepino deje de producir espuma fresca.
Luego repite en el otro extremo. Enjuágalo y el pepino estará listo para comer. Mira el vídeo completo de YouTuber etriliun para ver este proceso en acción.
No estoy muy seguro de por qué funciona esto. En el vídeo de arriba se especula que la acción saca las curcurbitacinas. Otros dicen que es sólo un viejo cuento popular sin base en la ciencia. Todo lo que sé es que nunca he comido un pepino amargo cuando me he acordado de realizar este pequeño truco, pero he mordido muchos desagradables cuando no lo he hecho.