Cuando se te antoja una comida reconfortante, nada -repito, NADA- te curará como una carbonara cremosa. Aquí está todo lo que debes recordar:
El agua de tu pasta debe saber a mar.
Uno de los mayores errores que comete la gente al cocinar la pasta es que no sazona el agua de la olla lo suficiente. No añada sólo una pizca, si está cocinando una libra completa de pasta, añada una cucharada completa. Esto hará que tus espaguetis (o fettuccine o lo que sea que estés usando) realmente tengan sabor a algo.
Guarda un poco de agua para la pasta.
Puede que luego necesites aflojar tu salsa, puede que no. Por si acaso, guarda un poco de agua de cocción con almidón. Si después de añadir los huevos y el parm, no te parece lo suficientemente cremosa, añade poco a poco un poco de agua de cocción.
No necesitas nata.
Para hacer una auténtica salsa carbonara, necesitas huevos y parmesano. Repito, NO NECESITAS NATA. Por mucho que nos guste la nata, ésta lo sobrecarga todo. La combinación de huevos + parmesano, batidos juntos, hacen una salsa cremosa y sedosa como el infierno ya.
Puedes utilizar panceta o guanciale en lugar de bacon.
El bacon es panceta de cerdo curada y ahumada, la panceta es panceta de cerdo curada y el guanciale es papada de cerdo curada. Nosotros siempre tenemos bacon en la nevera, así que es lo que hemos utilizado aquí.
Se echa la pasta en la grasa del bacon o de la panceta.
Una vez que cocines el bacon (o la panceta), guarda toda la grasa en la sartén y echa la pasta en ella. Quieres que cada trozo de espagueti tenga un toque de ahumado.
Apaga el fuego cuando añadas los huevos.
Después de echar la pasta en la grasa del bacon, retira la sartén del fuego y añade la mezcla de huevo y parmesano. ¡Y remueve enérgicamente! Los huevos se cocinarán con el calor residual de la sartén, la grasa del tocino y la pasta caliente. Si mantienes la sartén sobre el fuego, corres el riesgo de revolver los huevos.