Aunque los virus de la gripe no se propagan de persona a persona a través de la cadena alimentaria convencional, este no es necesariamente el caso de la transmisión de los precursores de los virus de la gripe pandémica humana. Las aves acuáticas del mundo son los reservorios de todos los virus de la gripe A; el virus se propaga por transmisión fecal-oral en aguas no tratadas. Los virus de la gripe A se transmiten con frecuencia a las aves de corral domésticas y dos de los 15 subtipos H5 y H7 pueden llegar a ser altamente patógenos y tener la capacidad de diezmar las bandadas de aves comerciales. Con menor frecuencia, los virus de la gripe aviar se transmiten entre especies: a cerdos, caballos y mamíferos marinos. Esta transmisión implica eventos mutacionales, reordenados o recombinativos y puede ocurrir a través de la contaminación fecal de proteínas aviares no procesadas o a través del agua. Se postula que la transmisión de los virus de la gripe aviar o de los genes del virus a los seres humanos se produce a través de los cerdos, que actúan como huéspedes intermediarios. Esto implica múltiples eventos mutacionales o de reordenación y se cree que ocurre por transmisión aérea. Una vez que los virus de la gripe aviar se establecen en los mamíferos, se transmiten de animal a animal por la vía respiratoria. La transmisión del virus de la gripe aviar desde su reservorio en las aves acuáticas silvestres a las aves de corral domésticas y a las especies de mamíferos, incluidos los seres humanos, puede evitarse mediante el tratamiento del suministro de agua y de las fuentes de proteínas aviares con desinfectantes o mediante el calentamiento. Las autoridades agrícolas han recomendado la separación de las aves acuáticas silvestres y las domésticas, así como de la cría de cerdos y aves de corral. En teoría, es posible reducir la posibilidad de la próxima pandemia de gripe en humanos mediante cambios en las prácticas agrícolas, de modo que los patos estén separados de los cerdos y las personas.