La vena yugular interna es un vaso sanguíneo principal que drena la sangre de importantes órganos y partes del cuerpo, como el cerebro, la cara y el cuello.
Anatómicamente, hay dos de estas venas que se encuentran a lo largo de cada lado del cuello. Cada una de ellas descansa junto a la glándula tiroides en el centro del cuello, justo por encima de la clavícula y cerca de la tráquea. Estas venas funcionan para llevar la sangre desoxigenada del cerebro, la cara y el cuello, y transportarla al corazón a través de la vena cava superior.
En general, la vena izquierda es algo más pequeña y fina que la derecha, pero ambas contienen válvulas que ayudan al transporte de la sangre. La vena aparece dilatada (más ancha) en dos puntos, y estas partes diferenciadas se denominan bulbo superior y bulbo inferior.
La vena desempeña un papel importante en la evaluación de la presión de la vena yugular, especialmente entre las personas con trastornos cardíacos. Las mediciones de la presión de la vena yugular se utilizan para evaluar la presión venosa central, que indica la cantidad de sangre que regresa al corazón y lo bien que el corazón bombea la sangre de vuelta a las arterias. Dado que esta vena también es más grande que la mayoría de las demás, se suele utilizar como punto de entrada para colocar líneas venosas, que son tubos (catéteres) que se utilizan para transportar medicamentos o nutrientes al interior del organismo.
Debido a su ubicación superficial (cerca del exterior del cuerpo), la vena yugular interna es bastante susceptible de sufrir lesiones, traumatismos o daños. También carece de protección frente a estructuras fuertes, como los huesos o los cartílagos. Cuando el flujo sanguíneo a la vena se ve impedido o afectado, en última instancia se producirá un shock o la muerte.