La torpeza rara vez se ve como una virtud, pero en el caso de las tiritas adhesivas, es la razón de su existencia.
El inventor de la tirita, Earle Dickson, era un comprador de algodón para Johnson & Johnson, una empresa que fabricaba vendas de gasa desde la década de 1880.
Su esposa, Josephine, era una especie de torbellino en la casa, que a menudo la dejaba con pequeños cortes y rozaduras.
Earle se hartó poco a poco de curar sus pequeñas heridas y se le ocurrió pegar trozos de gasa en un trozo de cinta adhesiva, para que Josephine pudiera cortar lo que necesitara y aplicarlo ella misma.
Se dieron cuenta de que otros podrían encontrarlo útil, así que Earle llevó la idea a su jefe, James Johnson.
En 1921, la empresa comenzó a vender un rollo de vendas de 18 pulgadas con un centro absorbente y bordes pegajosos, llamándolo Band-Aid.
Todavía había que cortarla para darle forma. Pero en 1924, la empresa empezó a vender tiras pequeñas e individuales, perfectas para los dedos.
Sin embargo, al principio las ventas fueron tan reducidas que se enviaron latas de forma gratuita a la Asociación de Boy Scouts, el hogar natural de los cortes, las rozaduras y las ampollas.
También se incluyeron en los paquetes de primeros auxilios que se entregaban a los militares que se dirigían a la Segunda Guerra Mundial.
Esto impulsó un repentino salto en la popularidad de la tirita.
En 1921, una empresa alemana llamada Hansaplast lanzó su propia versión del apósito adhesivo, y Gran Bretaña le siguió en 1929 con el lanzamiento de Elastoplast.
Para la década de 1950, eran pocas las casas del mundo desarrollado que no poseían al menos una u otra forma de tiritas adhesivas.
Se añadieron diseños lúdicos impresos con banderas o personajes de dibujos animados para atraer a los niños, e incluso se llevaron tiritas a la luna en 1969, como parte de la misión Apolo.
De color carne… si eres blanco
Pero la historia de las tiritas no siempre ha sido de color de rosa.
Band-Aid fue criticada en los años 60 por comercializar las tiritas como de color carne, es decir, rosa.
Naturalmente, las personas con pieles de distinto color se opusieron.
Una caricatura política de la época bromeaba: «El blanco es una tirita de color carne».
En 1998, se lanzó una marca llamada Ebon-Aid con una gama de colores para adaptarse a los tonos de piel afroamericanos. Pero las ventas fueron escasas y la empresa no tardó en quebrar.
Como todo niño sabe, aplicar un esparadrapo siempre mejorará las cosas.
Pero el nombre de Tirita ha pasado a ser de uso genérico, describiendo a menudo una intervención temporal que cubre algo más grave.
En 1984, Bob Geldof bautizó a un grupo de músicos como Band Aid cuando lanzaron una canción para recaudar fondos para la hambruna en Etiopía.
¿Quién iba a decir que cortarse un dedo podría acabar alimentando al mundo?