El inconfundible chasquido de plumas en abanico anuncia la llegada de un visitante. Un borrón oscuro por las escaleras, un pico de corriente eléctrica. Hay una alteración palpable del orden de las cosas cuando hay un pájaro en la casa; tal vez por eso se le asocia con los malos augurios. El mirlo salta por la puerta trasera siguiendo un rastro de cereales para el desayuno.
Nos hemos familiarizado el uno con el otro. Compartimos el mismo espacio en el patio trasero en el que él forrajea, y dejamos migajas y pizcas. Puede ser que haya nacido en el jardín y nos conozca de toda la vida, al igual que sus padres. Ahora tiene un nido y una cría de polluelos que alimentar, le escuchamos cantar; vivimos en paralelo y nos hemos retirado a nuestros mundos separados, hasta ahora.
Las alas del mirlo tienen el aleteo del pánico cuando intenta navegar por la casa, chocando, dando volantazos, para encontrar una vía de escape. Encuentra una habitación con una ventana a la libertad del cielo, pero está cerrada.
Ve a otro mirlo que le devuelve la mirada desde el cristal. Su reflejo es un pájaro salvaje en libertad, con un territorio y una familia que defender, con un canto que emite desde las copas de sus árboles y un cielo por el que volar en cualquier dirección. El pájaro de dentro mira desde la habitación ajena y está rodeado de superstición.
En muchas culturas un pájaro en casa presagia un cambio próximo en el mejor de los casos y, en el peor, la muerte. Antiguamente, la gente discernía las señales de buena o mala fortuna a través del comportamiento de los animales y, muy a menudo, cuando una criatura salvaje transgredía los límites culturales y psicológicos y entraba en una vivienda humana se pensaba que era de mal agüero. Este tipo de creencia proviene de los orígenes ecofóbicos de la civilización y perpetúa la división entre las personas y la naturaleza.
El mirlo del dormitorio comienza a calmarse y a estudiar su entorno. Admiramos a nuestro invitado no invitado y abrimos la ventana. Vuela por la libertad, sin limitaciones de paredes, reflexiones y creencias, ahora habiendo entregado su mensaje, sea cual sea.
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