Tormenta geomagnética, también llamada tormenta magnética o tormenta solar, perturbación de la atmósfera superior de la Tierra provocada por las eyecciones de masa coronal, es decir, grandes erupciones de la atmósfera exterior del Sol, o corona. El material asociado a estas erupciones está formado principalmente por protones y electrones con una energía de unos pocos miles de electronvoltios. Este material, llamado plasma, se desplaza por el medio interplanetario a velocidades que van desde menos de 10 km (6 millas) por segundo hasta más de 2.000 km (1.200 millas) por segundo, de modo que el material expulsado llega a la Tierra en aproximadamente 21 horas. La presión del plasma entrante se transmite al borde exterior de la magnetosfera de la Tierra; esto provoca un aumento del campo geomagnético observado en el suelo, tal vez a través de ondas hidromagnéticas.
Durante unos minutos -la fase de inicio repentino- de la tormenta, la componente horizontal del campo geomagnético aumenta repentinamente en todo el globo. El aumento persiste de dos a seis horas y se clasifica como la fase inicial de la tormenta. En respuesta a esta condición inestable, las líneas magnéticas recién creadas en el interior de la cola se contraen rápidamente, enviando así plasma desde la lámina neutra de la magnetosfera hacia el lado nocturno de la Tierra. Esta inyección de plasma da lugar a intensos espectáculos aurorales en las regiones polares, mientras que las contracciones se observan en la Tierra como una grave perturbación magnética conocida como subtormenta polar. A esta parte de la tormenta le sigue la fase principal de la misma, que dura de 12 a 48 horas, durante la cual la componente horizontal del campo disminuye, debido a la inyección o inflado de la magnetosfera por el plasma entrante. En las últimas etapas, o fase de recuperación, el plasma recién inyectado se drena lentamente durante varios días hacia el medio interplanetario o la atmósfera, y el campo geomagnético se aproxima a su condición previa a la tormenta.