Top Ten Flamenco Legends

1.El Planeta es uno de los primeros cantaores de los que se tiene constancia. Nacido en 1785 en Jerez de la Frontera, se dice que inventó el martinete, un estilo de flamenco con un fuerte énfasis en la percusión, que se dice que imita el yunque y el martillo de los herreros gitanos. Su nombre deriva de la antigua creencia gitana en el poder de las estrellas.

2. La Niña de los Peines (1890-1969) debutó en Madrid en 1903 con sólo trece años y pronto se convirtió en una de las cantantes de flamenco más solicitadas. Se decía que su voz, sin formación, era el equivalente flamenco de la cantante de blues Ma Rainey, por su potencia y emotividad. Lorca hablaba de sus interpretaciones casi sobrenaturales, crudas y con duende, una exigencia artística española por excelencia, que se traduce vagamente como «tener alma o espíritu».

3. Camarón de la Isla (1950-1992). Quizá lo más parecido que ha tenido el flamenco a un cantante de categoría de estrella del rock, Camarón era tan talentoso como autodestructivo. A la tierna edad de siete años, tras la muerte de su padre, Camarón comenzó a cantar en las tabernas de Madrid para ganar dinero. Su voz era famosa por su inigualable profundidad gitana, y su colaboración con el guitarrista Paco de Lucía produjo un gran número de álbumes anunciados. Durante diez años interpretaron principalmente flamenco ortodoxo; tras su separación, Camarón empezó a experimentar con otros instrumentos, como el bajo, la batería e incluso el sitar, por lo que fue muy criticado. Su estilo de vida rockero y su adicción a las drogas le llevaron a una muerte prematura con tan sólo cuarenta y dos años.

4. Carlos Montoya (1903-1993), el guitarrista flamenco, es ampliamente considerado como el fundador del flamenco actual. Su tío, el aclamado Ramón Montoya, se negó a transmitir sus conocimientos, por lo que el joven se vio obligado a aprender por sí mismo. Carlos fue el último en reír; a los catorce años ya acompañaba a bailaores y cantaores en su ciudad natal, Madrid. Afirmaba que tocaba según el estado de ánimo que captara el momento y, como consecuencia, su estilo es menos que convencional. A menudo abandonaba el compás tradicional, subiendo furiosamente a tempos asombrosos, mientras sus dedos relámpago giraban por los trastes a un ritmo increíble. Ni que decir tiene que los tradicionalistas desacreditaron su habilidad, aunque realizó numerosas giras por todo el mundo, haciendo que el público internacional se volviera loco con sus apasionadas interpretaciones.

5. El Farruco (1935-1997) Su vida estuvo marcada por una tragedia desgarradora y, en consecuencia, sus actuaciones estaban llenas de duende y expresión. Se casó a los catorce años, fue padre a los quince, enviudó a los dieciséis y su único hijo murió a los dieciocho años en un trágico accidente de tráfico. Era hijo de la gran dinastía flamenca de los Montoya y desde muy joven bailó junto a su madre, La Farruca, una belleza marroquí de inequívoca gracia. Su sobrepeso y su corpulencia parecían estar reñidos con la elegancia de su profesión, pero la cruda explosividad de sus interpretaciones, que nunca pasaron por un entrenamiento formal, pronto lo convirtieron en un nombre conocido.

6. Matilde Coral (1935-) comenzó a bailar profesionalmente a los dieciséis años, teniendo que pedir prestado el DNI de su hermana mayor para poder trabajar. Reconocida por la fluidez de sus movimientos, es la única persona que ha recibido el prestigioso premio Llave de oro de Baile por su baile en 1975. Comenzó a dar clases gratuitas de flamenco en el comedor de su madre en Sevilla y ha dedicado su vida a promover la gracia por excelencia del estilo sevillano.

7. Paco de Lucía (1947-) Nacido en el seno de una familia de músicos en 1947, el padre de Paco pronto detectó su musicalidad y comenzó a formarlo. A los ocho años, ya practicaba catorce horas al día, bajo la estricta dirección de su padre. Pronto se convirtió en uno de los guitarristas más reconocidos del mundo por su estilo innovador, que desarrolló con el cantaor Camarón de la Isla. A lo largo de su carrera ha promovido las formas más puras del flamenco junto con su propia marca de flamenco fusión, que incorpora el uso del clarinete, la flauta y el bajo.

8. El Nuevo Flamenco se considera que nació con el primer álbum de Lole y Manuel, Nuevo Día. El género abarca una variedad más amplia de muchos otros, como el pop, el rock, el jazz, el blues y los ritmos cubanos y africanos. Fíjese en el grupo Triana, que fusionó las tradiciones del rock y el flamenco, o en Pata Negra, que trató de integrar el blues en el cuadro flamenco. Se dice que Chano Domínguez es el pianista de jazz flamenco más popular del momento, adaptando el uso del piano a muchos géneros musicales tradicionales españoles, pero manteniendo un enfoque estrictamente improvisado.

9. Vicente Escudero (1882-1980) Su absoluta negativa a ajustarse al tempo tradicional, o compás, del flamenco, le sirvió para ganarse la reputación de ser el bailarín más controvertido de nuestros tiempos. De niño, bailaba al ritmo de la maquinaria o de cualquier cosa que pudiera encontrar, incluso, según él, el sonido del viento. Su desprecio por el tempo y su opinión de que seguir la tradición era simplemente robar el estilo de los demás le hicieron impopular entre muchos otros artistas flamencos, que se negaron a trabajar con él. Sin embargo, su gracia natural y su capacidad para interpretar de forma tan expresiva le hicieron triunfar entre el público español hasta su muerte.

10. Feria de Abril. Esta fiesta es el flamenco encarnado, el evento singular más importante del calendario flamenco. Los hombres y mujeres de la ciudad de Sevilla, en el sur de España, se ponen sus mejores galas; el traje corto, en el caso de los hombres, que consiste en un pantalón ajustado y una chaqueta corta. Pero son las mujeres las que realmente iluminan la ocasión. Vestidos de colores brillantes, con ostentosos volantes y estampados, bailan por las calles durante los seis días de la fiesta, que se celebra tradicionalmente dos semanas después de Semana Santa. Decenas de carpas se alinean a orillas del río Guadalquivir, donde los guitarristas tocan, los cantantes se lamentan y los bailarines giran durante toda la noche, hasta bien entrada la madrugada.

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