¿Cuánto es demasiado?
La cafeína, un estimulante del sistema nervioso central, ayuda a la gente a sentirse más alerta y menos cansada. Por eso mucha gente recurre a una taza de café por la mañana o a un refresco a la hora de comer para obtener un rápido impulso de energía.
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«Unos 15 minutos después de beber, está entrando en el torrente sanguíneo y estás sintiendo el efecto», dice Miller.
También hay efectos más generalizados en el cuerpo, incluyendo aumentos temporales de la frecuencia cardíaca y la presión arterial. En el tracto digestivo, se produce un aumento de la secreción de ácido en el estómago y un tiempo de tránsito más rápido.
La cafeína también actúa como diurético, haciendo que el cuerpo se deshaga del agua. Entre los efectos neurológicos más comunes se encuentran los temblores y el aumento de la ansiedad.
Aún así, suele ser inofensiva: Los adultos pueden consumir con seguridad hasta 400 mg de cafeína al día -unas cuatro o cinco tazas de café-, según la Administración de Alimentos y Medicamentos. Y las fuentes naturales de cafeína, como el café puro y el té, han demostrado tener algunos beneficios para la salud.
Pero con la ingestión regular, las personas suelen desarrollar cierto nivel de tolerancia y necesitarán dosis más altas para obtener el mismo beneficio de alerta. La interrupción brusca puede provocar síntomas de abstinencia como dolores de cabeza, irritabilidad y somnolencia.
Para los niños y adolescentes, la Academia Americana de Pediatría sugiere precaución. Los adolescentes de 12 a 18 años deben limitar la ingesta diaria de cafeína a 100 mg (el equivalente a una taza de café, una o dos tazas de té o dos o tres latas de refresco). Para los niños menores de 12 años, no hay un umbral seguro designado.
Alrededor del 73 por ciento de los niños consumen cafeína cada día, según un estudio de 2014.
Los niños y adolescentes pueden ser más sensibles a los efectos secundarios indeseables de la cafeína, como la ansiedad, la diarrea y la deshidratación. Incluso dentro de las dosis sugeridas, el consumo de cafeína por la tarde y por la noche puede tener impactos negativos en la calidad y la cantidad del sueño.
Con altos niveles de ingesta, señala Miller, «la cafeína puede conducir a peligrosos ritmos cardíacos anormales o provocar síntomas neurológicos de alucinaciones o convulsiones».