Está a la altura de hablar por teléfono en voz alta, masticar chicle y sacudir las rodillas. Los suspiros ruidosos y jadeantes de un compañero de trabajo pueden resultar pasivo-agresivos y francamente irritantes. Suspiro. Pero antes de atascarse con los auriculares y tener pensamientos de enfado, debe saber que los suspiros mantienen vivo a su compañero de trabajo (y a usted mismo), además de reducir eficazmente el malestar fisiológico.
Aunque los suspiros se atribuyen a menudo a la tristeza, la ira, la frustración y la angustia, las investigaciones indican que suspirar es una parte natural de la función pulmonar. Una persona media suspira doce veces por hora, y sin esos suspiros los sacos de aire del interior de los pulmones se colapsarían, provocando la muerte. Por muy dramática que sea la explicación anatómica de los suspiros, el acto de inspirar y espirar también puede ser un mecanismo de afrontamiento eficaz.
Un estudio belga de 2016 de la Universidad de Lovaina descubrió que la tensión fisiológica se reducía cuando se indicaba a los participantes del estudio que respiraran profundamente después de ver imágenes perturbadoras. Los participantes a los que se les indicó que mantuvieran la respiración profunda al estilo del yoga no encontraron el mismo alivio.
Ese alivio es el resultado de un cambio repentino en los patrones respiratorios. Con un volumen casi dos veces superior al de una respiración normal, un solo suspiro es una forma ruidosa, disruptiva y práctica de pulsar el botón de reinicio del cuerpo. Es el megáfono de la naturaleza.
Entonces, ¿por qué algunas personas parecen suspirar mucho más que otras? Las personas que sufren de ansiedad, trauma o trastorno de pánico pueden suspirar más que el promedio con el fin de cambiar inconscientemente los patrones de respiración a un ritmo más rápido. Este mecanismo de afrontamiento también es efectivo en una situación controlada.
Si te encuentras sintiéndote ansioso, frustrado o agitado, puedes aprovechar los mecanismos propios de tu cuerpo para aliviar el estrés concentrándote en tu respiración, respirando profundamente y exhalando completamente. Dado que esta respiración no forma parte del patrón de respiración habitual de tu cuerpo, accederás de forma eficaz a tus reservas para combatir el estrés, reducirás la regulación de tu cuerpo y podrás volver a centrarte tanto en tu mente como en tu cuerpo. ¿El resultado? Un alivio instantáneo del estrés.
Aunque los suspiros de tu compañero de trabajo puedan ser molestos, ten en cuenta que tienen un doble propósito: facilitar la respiración y reducir la ansiedad relacionada con las situaciones de estrés. Puede que sigas necesitando tapones para los oídos o auriculares, pero ahora ya sabes por qué tu compañero de trabajo respira profundamente (y por qué tú también querrás hacerlo).
Leah Weiss, PhD, es la autora de How We Work: Live Your Purpose, Reclaim Your Sanity, and Embrace the Daily Grind.