En los museos de toda Nueva Zelanda se exponen enormes esqueletos articulados y huevos gigantes. Los huevos son más grandes que dos manos juntas. Esto es todo lo que queda del moa.
Rastrear las extinciones que ocurrieron hace siglos es difícil, pero nuestro análisis colaborativo de los dichos ancestrales, o whakataukī, descubrió que los primeros maoríes prestaron atención a su fauna local y al medio ambiente y reconocieron la extinción de estas aves gigantes y no voladoras que eran un importante recurso alimenticio.
Después de la llegada de los europeos, algunos whakataukī utilizaron el moa como metáfora de la temida extinción del propio pueblo indígena maorí, lo que subraya el poderoso impacto cultural que tuvo la extinción del moa.
Para seguir el camino de los moa
Los moa recorrieron en su día las tierras altas y los bosques de Aotearoa Nueva Zelanda, antes de ser cazados hasta su extinción hace unos 500 años. Aunque los moa pertenecen a una época ya lejana, su historia sigue siendo impactante. Especialmente cuando intentamos salvar a las numerosas especies amenazadas que corren el riesgo de desaparecer en nuestra época.
Aunque sabemos cuándo desaparecieron los moa, y por qué, sabemos mucho menos sobre cómo reaccionaron los habitantes de entonces a la extinción de estas aves gigantes. La pérdida de los grandes animales del mundo -la megafauna, incluidos los mamuts, los osos de las cavernas y los canguros gigantes- es un tema que se repite. Estas extinciones se produjeron en su mayoría hace tanto tiempo que ya no podemos dar cuerpo a las relaciones que los humanos mantenían con estas especies, salvo en términos escuetos.
Pero Nueva Zelanda fue uno de los últimos lugares del planeta en los que se asentaron personas (alrededor de 1280 d.C.), y las tradiciones orales maoríes conservan pistas sobre las especies que descubrieron estos primeros colonos y las relaciones ecológicas que forjaron.
E koekoe te tūī, e ketekete te kākā, e kūkū te kererū
El tui parlotea, el loro cacarea, la paloma torcaz arrulla
Se necesita de todo tipo para estudiar el pasado. Nuestro equipo está formado por un biólogo conservacionista, un lingüista, un bioinformático y expertos en cultura maorí. Juntos, nos adentramos en la riqueza de conocimientos ecológicos que encierran las tradiciones orales maoríes. Desgranamos las claves lingüísticas, los acontecimientos históricos y los contextos culturales para comprender los hábitats, los animales, los paisajes y las relaciones entre ellos.
Muchos whakataukī (dichos concisos como los proverbios ingleses) revelan observaciones íntimas sobre la naturaleza. El vínculo entre las épocas de floración y la actividad de los animales exponen los ciclos estacionales. Los whakataukī señalan la abundancia de recursos alimenticios.
De los que se refieren a las aves, un número desproporcionado habla de los moa. Cómo eran. Cómo pisoteaban el bosque con la cabeza en el aire. La mejor forma de comerlos.
He koromiko te wahie i taona ai te moa
El moa se cocinaba con la madera del koromiko
Las tradiciones orales pueden ser muy prácticas. Los whakataukī maoríes no son una excepción. Muchas se refieren a grandes aves que constituían excelentes comidas, desde los tītī (pájaros de cordero) hasta los cormoranes. Esto coincide con la abundancia de huesos de grandes especies de aves que se encuentran en los vertederos de los yacimientos arqueológicos de Nueva Zelanda.
Pero los whakataukī nos dicen más. A veces, lo que falta en un conjunto de conocimientos revela más de lo que realmente hay. Buscamos en los whakataukī especies de aves que se extinguieron en los primeros siglos tras la llegada de los maoríes a Nueva Zelanda. No había ninguna, aparte del moa, y el águila gigante, o pouakai, que se alimentaba de moa. Los pouakai siguieron a los moa en su camino hacia la extinción.
Sabemos que en esta época existían muchas especies de aves de gran tamaño: adzebills gigantes, un gran ganso, el cuervo de Nueva Zelanda. Pero sus nombres maoríes se han perdido. La extinción se refleja en el whakataukī, pero a veces en los huecos.
Kua ngaro i te ngaro o te moa
Perdido como se perdió el moa
La pérdida de los nombres de las aves que se extinguieron hace siglos ilustra una poderosa conexión entre la lengua, la cultura y la biodiversidad. Cuando una especie se extingue, las palabras y los conocimientos asociados a esa especie empiezan a desaparecer también del mundo. Este patrón de extinción es especialmente agudo en las culturas orales.
En cambio, aún recordamos las aves que se extinguieron tras la llegada de los europeos: huia, piopio, koreke (la codorniz neozelandesa), whekau (el búho risueño). Los cambios provocados en nuestro entorno en los últimos dos siglos siguen siendo muy claros.
Muchos whakataukī destacan la desaparición de los moa, una señal de que los moa representaban algo más que otra extinción. Eran una especie de cartel. Un hashtag. Son muchos los refranes que lamentan la pérdida del moa, con diferentes palabras y diferentes frases, pero con un eco que se repite una y otra vez.
Huna i te huna a te moa
Oculto como el moa
Los maoríes recordaron al moa también después de la llegada de los europeos. Los maoríes sufrían graves enfermedades y privaciones a finales del siglo XIX. Era como si el mundo maorí estuviera siendo talado junto con los bosques. Existía un temor muy real tanto entre los maoríes como entre los europeos de que el pueblo y la cultura maorí también desaparecieran, al igual que el moa.
Ka ngaro ā-moa te iwi nei
El pueblo desaparecerá como el moa
Afortunadamente, por supuesto, el mundo maorí está creciendo. Sus whakataukī hablan de ecología e historia, pero más que eso, ponen de relieve cuestiones intemporales, tan relevantes hoy como cuando fueron escritas, enmarcadas como observaciones del mundo natural. Un recordatorio subyacente recurrente es que nuestro propio futuro está directamente interconectado con nuestro entorno. Escuchemos las lecciones de whakataukī, para poder crear un legado duradero para el futuro.
Whaowhia te kete mātauranga
Llena la cesta del conocimiento