Significado clínico
Hay un número de estados patológicos directamente asociados con el foramen magnum. La presión intracraneal elevada (superior a 20 mm Hg) suele ser el resultado de fuentes de edema como el accidente cerebrovascular, el traumatismo, el efecto de masa y la infección, y representa un pronóstico grave. Dado que el volumen total del cráneo es fijo y está formado por sangre, líquido cefalorraquídeo (LCR) y tejido cerebral, el aumento de la presión puede provocar una compensación a través de la herniación de la amígdala cerebelosa a través del foramen magnum. El cuadro clínico de cualquier hernia incluye hipertensión, bradicardia y depresión respiratoria, pero la hernia cerebelosa provoca específicamente la compresión de los centros respiratorios de la médula y puede ser mortal. La anatomía del foramen magnum puede influir en el desplazamiento de los tejidos herniados.
En otro subconjunto de asociaciones clínicas con esta estructura anatómica, los pacientes con malformaciones de Chiari tienen foramen magnum estadísticamente más grandes en comparación con la población normal. Chiari I es la herniación de las amígdalas cerebelosas (una sola amígdala de 5 mm o ambas amígdalas de 3 mm) a través del foramen magnum. Aunque algunos pacientes son asintomáticos, existe una amplia gama de gravedad de los síntomas clínicos. Los más leves son las cefaleas de esfuerzo poco frecuentes. Los casos graves presentan una mielopatía significativa y compromiso del tronco cerebral. Las complicaciones más comunes son la siringomielia y la hidrocefalia. En los bebés, hay apnea del sueño y dificultades de alimentación asociadas.
Chiari II es el desplazamiento inferior del vermis, las amígdalas cerebelosas, la médula y el cuarto ventrículo a través del foramen magnum. La presentación clínica es más grave en Chiari II que en Chiari I y está fuertemente asociada con mielomeningocele lumbar y anomalías supratentoriales como disgenesia del cuerpo calloso, heterotopías y anomalías de la sulcación. Aproximadamente entre el 80% y el 90% de los niños con malformaciones de Chiari II presentan hidrocefalia secundaria a la obstrucción del cuarto ventrículo que requiere la colocación de una derivación. Los pacientes con malformaciones de Chiari III presentan encefalocele además de las anomalías de Chiari II.
Una masa representa otra forma de compresión adyacente al foramen magnum. Los meningiomas son tumores benignos del sistema nervioso central de crecimiento lento de las células aracnoideas de la duramadre que surgen con mayor frecuencia en la región basal del cerebro. En raras ocasiones se presentan en el foramen magnum con cefalea posterior, parestesias y déficit motor. La sintomatología general puede ser variada debido a la proximidad anatómica a las amígdalas cerebelosas, la médula caudal, los nervios craneales inferiores, la médula espinal rostral y los nervios cervicales superiores.
Una complicación de la artritis reumatoide crónica demuestra otro ejemplo de patología asociada al foramen magnum. La erosión facetaria C1-C2 asociada a la artritis reumatoide y la laxitud de las restricciones ligamentosas da lugar a una subluxación atlantoaxial vertical. Este defecto puede llevar además a una protrusión de la odontoides a través del foramen magnum y a la compresión del cerebro medio. Otras etiologías de la subluxación atlantoaxial son los traumatismos y las afecciones congénitas, como el síndrome de Down. La presentación clínica varía ampliamente, ya que algunos pacientes presentan pocos síntomas, pero otros experimentan una inestabilidad significativa y compromiso neurológico.
Los cóndilos occipitales comprenden los límites laterales óseos del foramen magnum. En los pacientes que presentan mecanismos de lesión por traumatismos de alta energía o cargas axiales de alto impacto durante diversos eventos deportivos (es decir, fútbol americano, alpinismo, eventos deportivos extremos), se justifica la debida diligencia para descartar lesiones en la unión occipital-cervical, así como en el resto de la columna cervical, mediante una anamnesis precisa, una exploración física y la obtención de imágenes adecuadas. En los centros de traumatología avanzados (es decir, de nivel I) y regionales, se realiza una tomografía computarizada como parte del protocolo de diagnóstico por imagen avanzado. Es importante reconocer que incluso las fracturas de cóndilo occipital desplazadas pueden pasar desapercibidas en las radiografías iniciales. En el escenario clínico apropiado, se debe considerar el traslado del paciente que se queja de dolor de cuello persistente incluso en ausencia de síntomas neurológicos en el momento de la presentación.