Primera persona (central)
La guerra de los mundos está narrada a lo largo de todo el libro por una sola persona, que en su mayoría nos cuenta su propia historia. Es un enfoque en primera persona totalmente normal: el protagonista es el narrador sin nombre que nos cuenta todas sus aventuras durante la invasión marciana, incluso cuando sus aventuras son aburridas. Si eso fuera todo lo que hay que decir al respecto, podríamos preguntar simplemente: «¿Qué hace la perspectiva en primera persona cuando lees este libro?». Quizá nos ayude a identificarnos más con el narrador (ya que es él quien cuenta la historia) o quizá haga más vívidas sus experiencias (porque nos cuenta exactamente lo que está viendo y sintiendo).
Pero también hay algunas diferencias entre la versión de Wells del narrador en primera persona y una más «normal». En primer lugar, el narrador es un personaje bastante anodino (al menos eso creemos). Cuando se enfada, no solemos sentirnos tan molestos. De hecho, creemos que es un mejor narrador de historias de catástrofes porque es muy soso. No se pierde en contarnos cómo se siente, sino que se centra en las locuras que está viendo: trípodes, rayos de calor y alienígenas chupasangre. Ese es, sin duda, un cambio interesante que Wells hace con respecto al narrador en primera persona habitual: nos da un narrador con el que es difícil identificarse.
Wells hace un segundo cambio aún más grave con respecto a lo que podríamos considerar el narrador en primera persona estándar: el narrador nos cuenta cosas que no vio o que no podía saber en ese momento. El mayor ejemplo son los tres capítulos dedicados a las aventuras de su hermano. No sólo nos cuenta todo lo que hizo su hermano, sino también lo que éste pensaba o sentía. Por ejemplo, cuando el hermano rescata a los Elphinstone de los ladrones, el hermano «captó inmediatamente la situación» y «se dio cuenta por la cara de su antagonista de que era inevitable una pelea» (1.16.10). También hay otros ejemplos más pequeños en los que el narrador se mete en la cabeza de los demás. Por ejemplo, el narrador cuenta la historia del descubrimiento del cilindro marciano por parte de Ogilvy desde su punto de vista, e incluye notas sobre cómo Ogilvy da un «rápido salto mental» (1.2.10).
Y luego hay momentos en los que el narrador da un paso atrás y nos da una amplia visión de la situación. Esto es quizás más notable al principio, con la larga introducción sobre cómo los marcianos han estado observando a los humanos durante un tiempo.
Interesantemente, tanto en la adaptación cinematográfica de 1953 como en la de 2005, un actor completamente diferente da estas visiones de Dios de la situación. ¿Qué nos dice esto? Nos dice que Wells es un poco inusual al hacer que su narrador en primera persona adopte una perspectiva ocasional en tercera persona.
Dicho esto, Wells hace una cosa totalmente normal al hacer que el narrador cuente su historia retrospectivamente. No sólo está todo en tiempo pasado, sino que el narrador sabe cómo acaba todo. Con esa ventaja, el narrador da bastantes saltos en el tiempo. A menudo insinúa cosas que están por venir (le encantan los presagios) o nos cuenta cosas que descubrió más tarde, como cuando señala que no sabía algo «en ese momento», «pero más tarde iba a aprender» de qué se trataba (1.15.22).