Ilusión lunar

La Luna parece más grande cerca de los edificios lejanos que de los cercanos en este horizonte simulado

El tamaño de un objeto visto puede medirse objetivamente bien como tamaño angular (el ángulo visual que subtiende en el ojo, correspondiente a la proporción del campo visual que ocupa), o como tamaño físico (su tamaño real medido, por ejemplo, en metros). Sin embargo, el tamaño percibido sólo está relacionado de forma imprecisa con estos conceptos. Por ejemplo, si dos objetos idénticos y familiares se colocan a distancias de cinco y diez metros, respectivamente, el objeto más lejano subtiende aproximadamente la mitad del ángulo visual del objeto más cercano, pero normalmente se percibe como del mismo tamaño (un fenómeno denominado constancia de tamaño), no como la mitad del tamaño. Por el contrario, si el objeto más lejano subtiende el mismo ángulo que el objeto más cercano, normalmente se percibe como el doble de grande.

Una cuestión relativa a la ilusión de la Luna, por tanto, es si la Luna del horizonte parece más grande porque su tamaño angular percibido parece mayor, o porque su tamaño físico percibido parece mayor, o alguna combinación de ambos. Actualmente no hay consenso sobre este punto. Las investigaciones más recientes sobre la ilusión de la Luna han sido realizadas por psicólogos especializados en la percepción humana. El libro de 1989 The Moon Illusion, editado por Hershenson, ofrece unos 24 capítulos escritos por varios investigadores de la ilusión que llegan a diferentes conclusiones. Tras revisar las numerosas explicaciones diferentes en su libro de 2002 The Mystery of the Moon Illusion, Ross y Plug concluyen que «ninguna teoría ha salido victoriosa». Sostienen que el tamaño de la ilusión es variable, pero suele ser un aumento aparente del diámetro de alrededor del 50 por ciento. El factor más importante es la visión del terreno, pero hay una pequeña contribución de otros factores como el ángulo de mirada, la postura y los movimientos oculares.

Refracción y distanciaEditar

Ptolomeo intentó explicar la ilusión de la Luna a través de la refracción atmosférica en el Almagesto, y más tarde (en la Óptica) como una ilusión óptica debida a la distancia aparente, o a la dificultad de mirar hacia arriba, aunque las interpretaciones del relato en la Óptica son discutidas. Asimismo, Cleomedes (hacia el año 200 d.C.), en su libro de astronomía, atribuyó la ilusión tanto a la refracción como a los cambios en la distancia aparente. En el Libro de la Óptica (1011-1022 d.C.), Ibn al-Haytham (Alhazen) repitió la refracción como explicación, pero también propuso una explicación más detallada basada en los objetos intermedios y la distancia aparente.

A través de trabajos adicionales (de Roger Bacon, John Pecham, Witelo y otros) basados en la explicación de Ibn al-Haytham, la ilusión de la Luna llegó a ser aceptada como un fenómeno psicológico en el siglo XVII.

Hipótesis de la distancia aparenteEditar

Las nubes cercanas al horizonte suelen estar más alejadas del espectador, mientras que las que están en lo alto del cielo están más cerca, dando la impresión de una superficie del cielo plana, o suavemente curvada

Una teoría de la distancia aparente evidentemente fue descrita claramente por primera vez por Cleomedes alrededor del año 200 A.D. La teoría propone que la Luna del horizonte parece más grande que la Luna del cenit porque se ve más lejos. Ibn al-Haytham fue más específico: su argumento era que juzgar la distancia de un objeto depende de que haya una secuencia ininterrumpida de cuerpos intermedios entre el objeto y el observador; sin embargo, como no hay objetos intermedios entre la Tierra y la Luna, la distancia percibida es demasiado corta y la Luna parece más pequeña que en el horizonte. Los investigadores han argumentado que la hipótesis de la distancia aparente es problemática desde el punto de vista científico porque explica las percepciones como consecuencias de las mismas: la Luna parece más lejana porque parece más grande. Sin embargo, probablemente hay complejos procesos internos detrás de esta relación.

En 1813, Schopenhauer escribió sobre esto, que la ilusión de la Luna es «puramente intelectual o cerebral y no óptica o sensual». El cerebro toma los datos sensoriales que le proporciona el ojo y aprehende una Luna grande porque «nuestro entendimiento que percibe intuitivamente considera que todo lo que se ve en dirección horizontal está más distante y, por tanto, es más grande que los objetos que se ven en dirección vertical.» El cerebro está acostumbrado a ver los objetos de tamaño terrestre en dirección horizontal y también como se ven afectados por la perspectiva atmosférica, según Schopenhauer.

Un diagrama de la Luna vista contra una nube del mismo tamaño, a diferentes alturas en el cielo. Cuando la Luna está alta, las nubes contra las que se encuentra están más cerca del espectador y parecen más grandes. Cuando la Luna está baja en el cielo, las mismas nubes están más lejos y parecen más pequeñas, dando la ilusión de una Luna más grande.

Si la Luna se percibe en la vecindad general de las otras cosas que se ven en el cielo, se esperaría que también retrocediera a medida que se acerca al horizonte, lo que debería resultar en una imagen retiniana más pequeña. Pero como su imagen retiniana es aproximadamente del mismo tamaño tanto si está cerca del horizonte como si no, el cerebro, intentando compensar la perspectiva, asume que una Luna baja debe ser físicamente más grande.

Experimentos exhaustivos realizados en 1962 por Kaufman y Rock demostraron que un factor causal crucial en la ilusión es un cambio en el patrón de las señales de distancia, comparable a la ilusión de Ponzo. La Luna del horizonte se percibe al final de un tramo de terreno que se adentra en la distancia, acompañada de árboles lejanos, edificios, etc., todo lo cual indica que debe estar muy lejos, mientras que estas señales están ausentes en la Luna cenital. Los experimentos realizados por muchos otros investigadores han encontrado el mismo resultado; es decir, cuando las señales pictóricas de una gran distancia se sustraen de la vista de la Luna del horizonte que parece grande, ésta parece más pequeña. Cuando se añaden señales pictóricas de una mayor distancia a la vista de la Luna cenital, ésta parece más grande.

Un problema potencial para la teoría de la distancia aparente ha sido que pocas personas (quizás un 5%) perciben la Luna del horizonte como más grande y más lejana. De hecho, la mayoría de las personas (quizás el 90%) dicen que la Luna del horizonte parece tanto más grande como más cercana que la Luna del cenit (Boring, 1962; Hershenson, 1982; McCready, 1965, 1986; Restle, 1970). La mayoría de los demás dicen que parece más grande y más o menos a la misma distancia que la Luna cenital, y unos pocos dicen que no tienen ninguna ilusión lunar. Sin embargo, la respuesta de que la Luna del horizonte parece más grande, pero no más cercana que la Luna cenital podría deberse a que la lógica del espectador confunde su percepción; como el espectador sabe que la Luna no puede estar físicamente más lejos, no es consciente de la percepción. Esto se ve reforzado por la idea de que el cerebro no percibe conscientemente la distancia y el tamaño, ya que la conciencia espacial es una cognición subconsciente, retino-cortical. En consonancia con la posibilidad de que la distancia reportada de la Luna se deba a la lógica, más que a la percepción, está el hallazgo de que estos informes variados -algunos reportan distancias más cercanas y otros no- probablemente se deban a sesgos de respuesta. No obstante, la explicación de la distancia aparente es la que se encuentra con más frecuencia en los libros de texto.

Hipótesis del tamaño relativoEditar

La ilusión de Ebbinghaus. El círculo central inferior rodeado de pequeños círculos podría representar la Luna del horizonte acompañada de objetos de menor extensión visual, mientras que el círculo central superior representa la Luna del cenit rodeada de extensiones de cielo de mayor extensión visual. Aunque ambos círculos centrales son en realidad del mismo tamaño, el inferior parece más grande para muchas personas.

Históricamente, la alternativa más conocida a la teoría de la «distancia aparente» ha sido la teoría del «tamaño relativo». Esta teoría afirma que el tamaño percibido de un objeto no sólo depende de su tamaño en la retina, sino también del tamaño de los objetos de su entorno visual inmediato. En el caso de la ilusión de la Luna, los objetos cercanos a la Luna del horizonte (es decir, los objetos situados en el horizonte o cerca de él) muestran un fino detalle que hace que la Luna parezca más grande, mientras que la Luna cenital está rodeada de grandes extensiones de cielo vacío que la hacen parecer más pequeña.

El efecto se ilustra con la clásica ilusión de Ebbinghaus, en la que un círculo parece más grande cuando está rodeado de círculos más pequeños, que cuando está rodeado de círculos más grandes.

Hipótesis del ángulo de visiónEditar

Según la hipótesis del «ángulo de visión», la ilusión de la Luna se produce por cambios en la posición de los ojos en la cabeza que acompañan a los cambios en el ángulo de elevación de la Luna. Aunque en su día fue popular, esta explicación ya no tiene mucho apoyo. Mirar a través de las piernas al horizonte de la Luna reduce notablemente la ilusión, pero esto puede deberse a que la imagen en la retina está invertida. Levantar los ojos o inclinar la cabeza cuando se está en una postura erguida sólo da una reducción muy pequeña de la ilusión.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *