Por Jon Cartwright
Estás corriendo por un campo abierto con el viento en el pelo. O estás sumergiéndote en el océano, sintiendo que el agua fresca te rodea. En momentos así nos sentimos libres, liberados. Pocos se paran a pensar en la verdad: que estamos atrapados en una prisión invisible.
De arriba a abajo, de izquierda a derecha, de adelante a atrás: estas son las tres dimensiones en las que comemos y respiramos, hacemos amigos y envejecemos. En cuanto a las prisiones, podría ser peor. Pero nunca hemos conocido otra cosa. A pesar de algunas afirmaciones imaginarias en sentido contrario, nadie ha experimentado realmente una dimensión superior.
Pero ahora, en algunos de los laboratorios más sofisticados del mundo, estamos construyendo nuestras propias dimensiones extra sintéticas. El concepto está tan alejado de nuestra experiencia que es difícil imaginar cómo podrían ser. Sin embargo, ya hemos visto los efectos fantasmagóricos del tacto del espacio cuatridimensional en el nuestro y hemos conectado circuitos eléctricos con una dimensión extra. Es poco probable que se detenga ahí. Ahora que ya lo tenemos claro, se habla de crear cinco, seis o incluso más dimensiones, e incluso se sugiere que exóticas como nuevas partículas podrían acechar en el desierto extradimensional.
Esta es una frontera que se nos impide explorar directamente. En su lugar, nos vemos obligados a buscar las sutiles huellas que las dimensiones adicionales dejan en las tres dimensiones a las que estamos confinados. Aun así, podríamos estar a punto de ampliar las fronteras de la realidad de un modo que se aproxima a los límites de nuestros poderes descriptivos.
Hablar de dimensiones extra puede sonar a …