Hemisferio Oriental

1 Introducción

La India es el séptimo país más grande del mundo, con una superficie de 3,29 millones de km2. Situada exclusivamente en los hemisferios norte y este, la parte continental de la India se extiende desde los 8o4′ de latitud norte hasta los 37o6′ de norte, y desde los 68o7′ de longitud este hasta los 97o25′ de Greenwich. Se extiende unos 3214 km N-S y unos 2933 km E-O. India tiene un litoral de 6100 km en tierra firme y otros 1417 km de costa que comprenden los grupos de islas Lakshadweep Andaman y Nicobar. Desde el punto de vista fisiográfico, la tierra firme constituye varias unidades distintas, a saber, las Grandes Montañas del Norte, la llanura indogangética, la meseta peninsular, las llanuras costeras, el desierto de Thar y los grupos de islas. Junto a estas diversas características fisiográficas se encuentran los sistemas fluviales que emanan del agua de deshielo de los glaciares, los monzones y una mezcla de ambos, que producen ecosistemas climáticos-fisiográficos propios y diferenciados.

Según el Servicio Geológico de la India (http://www.portal.gsi.gov.in/portal/), las llanuras de inundación de los ríos Ravi, Sutlej, Yamuna-Sahibi, Gang, Gandak, Gaggar, Teesta, Kosi, Brahmaputra, Mahananda, Mahanadi, Damodar, Mayurakshi, Godavari y Sabarmati y sus afluentes y distribuidores son propensos a las inundaciones. La mayoría de las zonas afectadas por las inundaciones se encuentran en la cuenca del Ganges, la cuenca del Brahmaputra, las cuencas fluviales del noroeste que comprenden el Jhelum, el Chenab, el Ravi, el Sutlej, el Beas y el Ghagra, las cuencas fluviales peninsulares que comprenden el Tapti, el Narada, el Mahanadi, el Baitarani, el Godavari, el Krishna, el Pennar y el Kaveri. Debido a las inundaciones, se estima que se ve afectada una superficie de 7,181 millones de hectáreas de tierra, así como la población y las infraestructuras (Ramkumar, 2009), y parece haber una reducción de la superficie y la intensidad de las inundaciones desde el norte hacia el sur. Irónicamente, el intervalo entre las sucesivas sequías es más largo en la región norte, y muestra una clara reducción hacia el sur. Debido a su singular geografía y al régimen de lluvias, el subcontinente indio ha sufrido graves sequías a lo largo de toda su historia. Según el Departamento Meteorológico de la India, el país experimenta una sequía cada cuatro años. Geográficamente, la repetición de las sequías aumenta desde el norte hacia el sur: Assam, una vez cada 15 años; Bengala Occidental, Madhya Pradesh, la región de Konkan de Maharashtra, Bihar y Orissa, una vez cada 5 años; el sur de Karnataka, el este de Uttar Pradesh y las regiones de Vidharba, una vez cada 4 años; Gujarat, el este de Rajastán y el oeste de Uttar Pradesh, una vez cada tres años; Tamil Nadu, Jammu y Cachemira, el oeste de Rajastán y las regiones de Telangana, una vez cada dos años y medio. Estas observaciones, junto con los datos sobre la ocurrencia temporal de inundaciones y sequías, muestran a menudo su ocurrencia casi simultánea (Suresh y Ramkumar, 2009) y/o en años sucesivos, como en los años 1860, 1861, 1917, 1918, 1941, 1942, 1971, 1972, 1987, 1988, etc. A pesar de ser el hogar de una de las antiguas civilizaciones adeptas a las ciudades bien planificadas, a las instituciones de educación superior y a un próspero clima agrario, el avasallamiento de la población, la industrialización, la urbanización y la utilización desordenada de los recursos naturales condujeron a la India a una situación de ironías coexistentes, en términos de economía, ecología, etc. Desde el punto de vista geológico, las sequías coetáneas en una parte del país, mientras otra se tambalea bajo las inundaciones, a menudo ponen de rodillas a la población y al personal de rescate y reparación, causando pérdidas y daños irreparables a las vidas, las infraestructuras y la agricultura (Suresh y Ramkumar, 2009).

La India tiene un doble problema irónico relacionado con el agua: su dependencia de la densidad de población altamente variable y las precipitaciones monzónicas crean un desequilibrio en la disponibilidad de agua. Por ejemplo, según un informe del Ministerio de Recursos Hídricos, en 2010 la disponibilidad media per cápita de agua en el sistema Ganga-Brahmaputra-Meghna era de 20.136 metros cúbicos al año, frente a los 263 metros cúbicos de la cuenca del Sabarmati. Entre la población de este país, uno de cada tres sufre sequía, mientras que uno de cada ocho se ve afectado por las inundaciones. Teniendo en cuenta estos escenarios, se ha propuesto vincular los ríos perennes del norte alimentados por los glaciares y los monzones del sur como medida para mitigar eficazmente las inundaciones y sequías coetáneas en la India. Una vez completado, el gigantesco programa de interconexión de ríos (ILR) será el mayor proyecto de infraestructuras de riego del mundo, ya que unirá 37 ríos a través de 30 enlaces mediante el establecimiento de unos 15.000 km de nuevos canales y 3.000 presas de diversos tamaños. El programa tiene dos componentes: el de los ríos del Himalaya, con 14 enlaces, y el de la península, con 16 enlaces, que transportarán 33 y 141 billones de litros de agua al año, respectivamente. El potencial de riego estimado que se creará es de 34 millones de hectáreas de tierra, mientras que se espera que este proyecto proporcione agua potable a las cinco áreas metropolitanas y a 101 distritos. El riego hidroeléctrico previsto es de 34.000 MW. Además, a través de este programa también se prevé el control de inundaciones, la navegación, el suministro de agua potable y el control de la salinidad, entre otros.

Los ríos han sido fuentes primordiales de sustento para la humanidad desde el advenimiento de la civilización, y los seres humanos han continuado cosechando los beneficios proporcionados por los ríos durante siglos, sin entender mucho sobre cómo funciona el ecosistema fluvial y mantiene su vitalidad (Naiman y Bilby, 1998; Subramanian, 2002). Los ríos desempeñan un papel importante en el suministro de agua para las actividades domésticas, agrícolas e industriales (Ayivor y Gordon, 2012), y generan sedimentos y nutrientes para el mantenimiento del ecosistema natural. Tradicionalmente, las cuencas fluviales son tratadas como tesoros de recursos naturales, pero las necesidades humanas han primado sobre las preocupaciones medioambientales (Triedman, 2012). En vista de las condiciones favorables que prevalecen para la habitación, el cultivo y la industria, el crecimiento explosivo de la población humana y la presión resultante sobre el medio ambiente natural son elevados en las cuencas fluviales (Zarea y Ionus, 2012). Dentro de una cuenca fluvial, los regímenes deltaico y costero, al estar en la cuenca receptora, actúan como interfaz entre las dinámicas fluvial, oceanográfica, atmosférica y antropogénica. Estos rasgos hacen que esta región sea ecológicamente frágil y susceptible de sufrir un deterioro ambiental muy fácilmente, incluso por cambios en la cuenca (contaminación, sedimentación, inundación, etc.), y en el océano (inundación, erosión, acreción, etc.) y en el equilibrio atmosférico. Cualquier cambio en los factores que influyen en el equilibrio da lugar a cambios reconocibles en el sistema, incluyendo impactos adversos como las inundaciones, la erosión (Walling, 1999) y la desertificación, que a su vez pueden causar una pérdida de recursos críticos que proporcionan el sustento a la raza humana, como la tierra, los productos agrícolas y otras actividades comerciales. Además, también altera la disponibilidad de nutrientes en la región deltaica, y contribuye a la proliferación de especies exóticas en las regiones costeras, que a su vez afectan negativamente a las personas que dependen de los procesos naturales normales en las regiones aguas abajo (por ejemplo, Wu et al., 2008). En una revisión clásica, Barrow (1998) afirmó que, salvo en los regímenes más áridos y fríos, el paisaje mundial puede dividirse en cuencas fluviales claramente cartografiables de diversas escalas (grandes, medianas y pequeñas) y las propias cuencas fluviales pueden subdividirse en cuencas altas, medias y bajas, en función de sus características hidrológicas y geomórficas. Dado que cada cuenca fluvial actúa como un sistema holístico en sintonía con las interacciones climáticas, geológicas y antropogénicas, cualquier estudio sobre el sistema fluvial debe comprender la dinámica de la cuenca fluvial en su conjunto. Una cuenca fluvial es una unidad geográfica y climatológica básica dentro de la cual actúan y se manifiestan los caprichos de los procesos naturales a diferentes escalas espacio-temporales. Sin embargo, aunque se yuxtapongan, no hay dos cuencas hidrográficas que respondan a los procesos naturales de forma similar y, por tanto, cada cuenca hidrográfica es única. De ahí que cualquier actividad de desarrollo o esfuerzo de conservación tenga que diseñarse y aplicarse de forma exclusiva en cada cuenca fluvial. En esta coyuntura, vincular los diversos sistemas fluviales que son distintos en términos de clima, geomorfología, geología, estructura, uso de la tierra, fuente de agua, sistemas monzónicos, biodiversidad, población humana, etc., como se prevé en el ILR, parece algo sin precedentes. Además, el programa plantea limitaciones a la hora de evaluar las probables reacciones medioambientales, ecológicas y de otro tipo, y de elaborar estrategias para las medidas correctivas. Reconociendo esto, exploramos la naturaleza interconectada de los sistemas fluviales y la estabilidad costera, y los probables impactos, y sugerimos las medidas de mitigación necesarias con referencia al ILR propuesto.

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