El color de los diamantes tiene que ver con lo que no se ve. Los diamantes se valoran en función de lo mucho que se acercan a la ausencia de color: cuanto menos color, mayor es su valor. (La excepción a esto son los diamantes de color de fantasía, como los rosas y los azules, que se encuentran fuera de esta gama de colores). La mayoría de los diamantes que se encuentran en las joyerías van de incoloros a casi incoloros, con ligeros toques de amarillo o marrón.
La escala de clasificación del color de los diamantes de la GIA es el estándar de la industria. La escala comienza con la letra D, que representa lo incoloro, y continúa con la presencia creciente de color hasta la letra Z, o amarillo claro o marrón. Cada letra tiene un rango de color claramente definido. Los diamantes se clasifican por colores comparándolos con piedras de color conocido bajo una iluminación controlada y unas condiciones de visión precisas.
Muchas de estas distinciones de color son tan sutiles que resultan invisibles para el ojo inexperto. Pero estas ligeras diferencias suponen una gran diferencia en la calidad y el precio de los diamantes.
¿Por qué el sistema de clasificación del color de GIA comienza en D?
Antes de que GIA desarrollara la escala de clasificación del color D-Z, se aplicaban otros sistemas de forma imprecisa. Estos incluían letras del alfabeto (A, B y C, con múltiples A para las mejores piedras), números arábigos (0, 1, 2, 3) y romanos (I, II, III), y descripciones como «azul gema» o «azul blanco». El resultado de todos estos sistemas de clasificación era la incoherencia y la inexactitud. Como los creadores de la Escala de Color GIA querían empezar de cero, sin ninguna asociación con los sistemas anteriores, decidieron empezar con la letra D, una letra de calificación que normalmente no se asocia con la máxima calidad.