La biguanida metformina (dimetilbiguanida) es un agente antihiperglucémico oral ampliamente utilizado en el tratamiento de la diabetes mellitus no insulinodependiente (DMNID). En los últimos años se ha observado una considerable renovación del interés por este fármaco. La metformina puede determinarse en fluidos biológicos por diversos métodos, principalmente mediante cromatografía líquida de alta resolución, lo que permite realizar estudios farmacocinéticos en voluntarios sanos y pacientes diabéticos. La disposición de la metformina no parece verse afectada por la presencia de diabetes y sólo se ve ligeramente afectada por el uso de diferentes formulaciones orales. La metformina tiene una biodisponibilidad oral absoluta del 40 al 60%, y la absorción gastrointestinal es aparentemente completa en las 6 horas siguientes a la ingestión. Se ha observado una relación inversa entre la dosis ingerida y la absorción relativa con dosis terapéuticas que van de 0,5 a 1,5 g, lo que sugiere la participación de un proceso de absorción activo y saturable. La metformina se distribuye rápidamente tras su absorción y no se une a las proteínas plasmáticas. No se han identificado metabolitos ni conjugados de la metformina. La ausencia de metabolismo hepático diferencia claramente la farmacocinética de la metformina de la de otras biguanidas, como la fenformina. La metformina se excreta por vía renal y tiene una semivida de eliminación plasmática media tras la administración oral de entre 4,0 y 8,7 horas. Esta eliminación se prolonga en pacientes con insuficiencia renal y se correlaciona con el aclaramiento de creatinina. Sólo existen escasos datos sobre la relación entre las concentraciones plasmáticas de metformina y los efectos metabólicos. Los niveles terapéuticos pueden ser de 0,5 a 1,0 mg/L en estado de ayuno y de 1 a 2 mg/L después de una comida, pero la monitorización tiene poco valor clínico excepto cuando se sospecha o se presenta una acidosis láctica. De hecho, cuando se produce una acidosis láctica en pacientes tratados con metformina, la determinación precoz de la concentración plasmática de metformina parece ser el mejor criterio para evaluar la implicación del fármaco en este cuadro agudo. Tras la confirmación del diagnóstico, el tratamiento debe consistir rápidamente en una diuresis forzada o en una hemodiálisis, ya que ambas favorecen una rápida eliminación del fármaco. Aunque es grave, la acidosis láctica debida a la metformina es poco frecuente y puede minimizarse si se respetan estrictamente las pautas de prescripción y las contraindicaciones, especialmente la presencia de insuficiencia renal. Por último, se han descrito muy pocas interacciones farmacológicas con la metformina en voluntarios sanos. Los niveles plasmáticos pueden verse reducidos por la goma guar y los inhibidores de la alfa-glucosidasa y aumentados por la cimetidina, pero aún no se dispone de datos en la población diabética.