Dieta en la enfermedad hepática

La malnutrición puede ser común en pacientes con cirrosis hepática y puede estar asociada con peores resultados. Aproximadamente el 20% de las personas con cirrosis temprana y cerca del 100% de las personas con cirrosis grave tienen desnutrición. Debido a la disfunción hepática que puede estar asociada a la cirrosis, el hígado no es capaz de producir algunas proteínas nutricionales, almacenar energía de forma adecuada o producir tipos de grasa que se utilizan para almacenar energía. Como resultado, pueden producirse cambios compensatorios metabólicos que imitan lo que ocurre en las personas no cirróticas que sufren de inanición. Por lo tanto, las personas con cirrosis pueden necesitar más calorías y proteínas. Otros efectos secundarios de la cirrosis pueden ser la pérdida de apetito, las náuseas, los vómitos y la pérdida de peso involuntaria. Debido a todos estos cambios, puede ser útil hacer comidas pequeñas y frecuentes (de 4 a 7 veces al día), incluyendo un tentempié por la noche.

Un buen punto de partida es una dieta saludable. Los alimentos como las frutas, las verduras, los cereales integrales y las proteínas magras son buenas opciones. Intente comer proteínas de origen vegetal o cortes de carne muy magros como pechuga de pollo o pechuga de pavo. Algunos estudios demuestran que los pacientes con cirrosis obtienen mejores resultados cuando obtienen las proteínas de las verduras (como las judías, las lentejas y el tofu) y los productos lácteos (huevos, leche, yogur) en lugar de las carnes. Es mejor seguir una dieta baja en grasas que una alta en grasas, ya que las dietas altas en grasas se han relacionado con el empeoramiento de la cirrosis. Algunas personas pueden beneficiarse de las bebidas con alto contenido nutricional, como Ensure o Boost.

Además de los cambios en la dieta, es una buena idea tomar un multivitamínico diario. Dependiendo del grado de cirrosis, los pacientes pueden carecer de los minerales clave y las vitaminas liposolubles (que son las vitaminas A, D, E y K) que el cuerpo necesita. Sin embargo, una dieta equilibrada debería proporcionárselas fácilmente y, en el raro caso de que no sea así, se pueden recetar suplementos. Un exceso de sodio (o sal) en la dieta también puede ser perjudicial, porque el sodio favorece la retención de agua en el organismo. Esto puede causar y/o empeorar la ascitis y la hinchazón de las piernas/pies. A menudo se pide a los pacientes que limiten la ingesta de sodio a unos 2.000 mg al día o menos.

En resumen, si tiene cirrosis tenga cuidado de limitar el daño hepático adicional:

No beba alcohol. Beber alcohol puede causar más daño al hígado.

Consuma una dieta baja en sodio. El exceso de sal puede hacer que su cuerpo retenga líquidos, empeorando la hinchazón en el abdomen y las piernas. Utilice hierbas para condimentar sus alimentos, en lugar de sal. Elija alimentos preparados que sean bajos en sodio.

Consuma una dieta saludable. Las personas con cirrosis pueden experimentar desnutrición. Combata esto con una dieta saludable basada en plantas que incluya una variedad de frutas y verduras. Elija proteínas magras, como legumbres, aves o pescado. Evite el marisco crudo.

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