Muchas condiciones de salud felina pueden manifestarse en forma de diarrea, es decir, la evacuación anormalmente frecuente de heces acuosas, a veces de un color extraño (gris o amarillo) y con un olor desagradable. En la mayoría de los casos, afortunadamente, la afección será de corta duración y se resolverá por sí sola o se solucionará fácilmente con un cambio de dieta. En algunos casos, sin embargo, la diarrea puede ser una manifestación de una condición profundamente arraigada, posiblemente mortal.
Una amplia gama de aflicciones puede causar que la materia fecal se mueva a través del tracto intestinal de un gato demasiado rápido. Esto provoca una absorción insuficiente de nutrientes, agua y sustancias químicas denominadas electrolitos -sustancias como el potasio que regulan el flujo de moléculas de agua y cargas eléctricas a través de las membranas celulares-. Cuando esto ocurre, las deposiciones del animal pueden ser frecuentes y quizás incontrolables, y su materia fecal evacuada será blanda, acuosa y posiblemente salpicada de mucosidad o sangre.
La afección puede ser de corta duración, fácilmente tratable y, en última instancia, inofensiva. Un cambio brusco de dieta, por ejemplo, puede hacer que un gato tenga diarrea durante unos días. Del mismo modo, una situación estresante -un viaje largo en coche o una estancia de fin de semana en una clínica veterinaria- puede producir un breve episodio de diarrea. Los gatitos pueden tener un riesgo elevado a medida que sus sistemas digestivos se adaptan a la introducción de alimentos sólidos.
En la mayoría de los casos, cualquier anormalidad en la defecación en un gato adulto -si no es claramente atribuible a un problema dietético- es probable que esté directamente asociada con el tracto gastrointestinal y será más a menudo atribuible a un trastorno inflamatorio, infeccioso o neoplásico. Pero los episodios prolongados o recurrentes de diarrea también pueden indicar una enfermedad subyacente grave cuyo origen es externo al tracto intestinal, como una glándula tiroidea hiperactiva, una enfermedad del riñón o del hígado, una anomalía neurológica, una infección viral, una anomalía del sistema inmunitario, el moquillo felino (panleucopenia) o un linfoma, un tumor que se desarrolla en los ganglios linfáticos del animal.
El diagnóstico de un trastorno del sistema excretor y la identificación de la causa específica dependerá en gran medida de la edad del gato en concreto y de la intensidad de los signos clínicos. Si la diarrea persiste durante más de uno o dos días y el gato también muestra signos sistémicos, como falta de apetito, letargo o vómitos, debe buscar atención veterinaria lo antes posible.
Aunque hay muchos medicamentos y otras terapias disponibles que pueden aliviar eficazmente la diarrea felina, es más importante que un veterinario examine a un animal afectado tan pronto como se noten los signos clínicos, ya que algunos medicamentos de venta libre pueden ser perjudiciales para los gatos.»