Estás entregando una receta de ácido fólico a una mujer que está embarazada de 10 semanas. También es dependiente de los opioides y está estabilizada con 60 mg de metadona al día. Está preocupada por el efecto que la metadona tendrá en su hijo no nacido. Le pregunta si sería una buena idea dejarla.
¿Cómo y cuándo se puede retirar la metadona de forma segura durante el embarazo? La metadona puede continuar durante el embarazo porque conlleva un menor riesgo de daño para el feto que el uso de drogas ilícitas. Según las notas de prescripción sobre la dependencia de opioides (sección 4.10.3, BNF 62), debe evitarse la retirada brusca de metadona durante el embarazo porque puede causar la muerte del feto.
La retirada de metadona durante el primer trimestre debe evitarse porque se asocia con un mayor riesgo de aborto espontáneo. Si la paciente está decidida a dejar de tomar metadona durante su embarazo, puede retirarse gradualmente durante el segundo trimestre. Por ejemplo, la dosis puede reducirse en 2-3 mg cada tres o cinco días.
No se recomienda la retirada de la metadona durante el tercer trimestre porque el síndrome de abstinencia materno, incluso si es leve, se asocia con el sufrimiento fetal, el nacimiento de un bebé muerto y el riesgo de mortalidad neonatal.
La mujer no pudo retirarse de la metadona durante el segundo trimestre y se ha vuelto a estabilizar con 60 mg diarios de metadona. Ahora está embarazada de 25 semanas.
¿Qué consejo le daría para minimizar los síntomas de abstinencia y el seguimiento? El metabolismo del fármaco puede aumentar en el tercer trimestre del embarazo; puede ser necesario aumentar la dosis de metadona o cambiar a un consumo de dos veces al día (o una combinación de ambas estrategias) para evitar que se desarrollen síntomas de abstinencia.
Se debe vigilar al neonato para detectar la depresión respiratoria y los signos de abstinencia, que normalmente se desarrollan entre 24 y 72 horas después del parto, pero los síntomas pueden retrasarse hasta 14 días, por lo que puede ser necesaria la vigilancia durante varias semanas. Los síntomas de abstinencia incluyen un llanto agudo, respiración rápida, succión hambrienta pero ineficaz y vigilia excesiva. Los síntomas graves pero poco frecuentes incluyen hipertonía y convulsiones.
Si el bebé es amamantado, la dosis de metadona de la madre debe mantenerse lo más baja posible y el bebé debe ser vigilado para evitar la sedación – las dosis altas de metadona conllevan un mayor riesgo de sedación y depresión respiratoria en el neonato. Si el bebé desarrolla un aumento de la somnolencia, dificultades respiratorias o flacidez, debe informarse urgentemente a un profesional sanitario.