Los carcinógenos químicos son compuestos que pueden causar cáncer en humanos y animales de experimentación. Esta propiedad se atribuye a muchas sustancias químicas en el debate público, lo que da lugar a una percepción generalizada de peligro y amenaza. En cambio, se justifica un análisis científico del uso amplio y no crítico del término «carcinógeno». En primer lugar, hay que aclarar si el compuesto actúa de forma genotóxica o no genotóxica. En este último caso, se puede suponer una dosis umbral ineficaz (segura) sin riesgo de cáncer. Además, es necesario investigar si el modo de acción que causa tumores en los animales de laboratorio es relevante en absoluto para los seres humanos.
En caso de que el compuesto sea claramente genotóxico de forma directa, no se puede asumir una dosis umbral ineficaz. Sin embargo, también en este caso es evidente que las dosis altas del compuesto se asocian generalmente con un alto riesgo de cáncer, y las dosis bajas con uno menor. Sobre la base de los datos dosis-respuesta de los experimentos con animales, la cuantificación del riesgo de cáncer se lleva a cabo mediante un modelo matemático. Si el margen de seguridad entre la dosis carcinógena más baja en animales y el nivel relevante de exposición en humanos es superior a 10.000, el grado de preocupación se clasifica como bajo. Los casos en los que el compuesto resulta ser genotóxico en un solo estudio o en una sola prueba, pero no en otras, o sólo in vitro, pero no in vivo, son especialmente difíciles de explicar y provocan debates controvertidos. También en el caso de los agentes indirectamente genotóxicos hay que suponer una dosis ineficaz (umbral). La situación se agrava por el uso de estudios epidemiológicos dudosos en humanos, como en el caso del glifosato, en el que se utilizaron datos de una exposición mixta a varias sustancias químicas. Si estas consideraciones se mezclan con clasificaciones de peligro puras, como «probablemente cancerígeno en humanos», ignorando el comportamiento dosis-respuesta y el modo de acción, la desinformación y la confusión del público son completas. Parece más urgente pero también más difícil que nunca volver a una percepción de estas cuestiones con base científica.