James Watson nació en Chicago. De niño, era brillante y curioso. Una de sus palabras favoritas era «¿por qué?» y no se conformaba con respuestas simples. Acumuló muchos conocimientos leyendo el Almanaque Mundial y ganó 100 dólares como «Quiz Kid» en un popular programa de radio. Utilizó este dinero para comprar prismáticos para la observación de aves… una seria afición para él y su padre.
Watson ingresó en la Universidad de Chicago a los 15 años en el marco del programa para jóvenes superdotados. Le fue bien en los cursos que le interesaban, como biología y zoología, y no tan bien en otros cursos. Decidió que iría a la escuela de posgrado y estudiaría para convertirse en conservador de ornitología en el Museo de Historia Natural.
En su último año en Chicago, Watson leyó el libro de Erwin Schrodinger: ¿Qué es la vida? El aspecto físico de la célula viva. Le fascinó la idea de que los genes y los cromosomas guardan los secretos de la vida. Cuando Watson fue a hacer un doctorado con Salvador Luria, pionero en la investigación de los bacteriófagos, en la Universidad de Indiana, le pareció la oportunidad perfecta para trabajar en algunos de estos problemas.
Después de su doctorado, en 1950, Watson pasó una temporada en Europa, primero en Copenhague y luego en el Laboratorio Cavendish de la Universidad de Cambridge. Para entonces, Watson sabía que el ADN era la clave para entender la vida y estaba decidido a resolver su estructura. Tuvo la suerte de compartir despacho con Francis Crick, un estudiante de doctorado que también estaba interesado en la estructura del ADN. Aunque se suponía que ambos estaban trabajando en otros proyectos, en 1953 construyeron el primer modelo exacto del ADN… uno de los grandes avances científicos de todos los tiempos.
En 1962, Watson compartió el Premio Nobel de Fisiología o Medicina con Francis Crick y Maurice Wilkins, quien, junto con Rosalind Franklin, aportó los datos en los que se basó la estructura. Watson escribió The Double Helix: A Personal Account of the Discovery of the Structure of DNA (La doble hélice: relato personal del descubrimiento de la estructura del ADN), que se publicó en 1968. Este libro fue el primero de su clase, al ser un relato chismoso del funcionamiento interno del mundo científico, y nunca ha dejado de imprimirse.
En 1956, Watson aceptó un puesto en el departamento de Biología de la Universidad de Harvard, donde su investigación se centró en el ARN y su papel en la transferencia de información genética. Aunque continuó siendo miembro del profesorado de Harvard hasta 1976, Watson asumió la dirección del Laboratorio de Cold Spring Harbor en 1968.
Watson tuvo una larga relación con el laboratorio Cold Spring Harbor. Salvador Luria y Max Delbruck impartían un popular curso de verano sobre genética de fagos, y durante sus días de graduado, Watson disfrutó de este «campamento de verano» para científicos. Watson ha convertido el Laboratorio de Cold Spring Harbor en uno de los principales centros de investigación del mundo en materia de cáncer, neurobiología y genética molecular básica. En la actualidad, Watson es el rector emérito del Laboratorio Cold Spring Harbor.
Watson ha desempeñado un papel importante en el desarrollo de la política científica, desde la Guerra contra el Cáncer, pasando por los debates sobre el uso del ADN recombinante, hasta la promoción del Proyecto Genoma Humano. De 1988 a 1992, dirigió el Proyecto del Genoma Humano en los Institutos Nacionales de Salud mientras seguía dirigiendo el Laboratorio Cold Spring Harbor.
Uno de sus mayores intereses es la educación. Su primer libro de texto, Molecular Biology of the Gene, estableció nuevos estándares para los libros de texto de biología, y le siguieron Molecular Biology of the Cell y Recombinant DNA. Está explorando activamente la vía de la educación multimedia y la WWW a través de los proyectos que se están desarrollando en el Centro de Aprendizaje del ADN, la rama educativa del Laboratorio de Cold Spring Harbor. Fue y es uno de los principales motivadores de este proyecto, ADN desde el principio.
Watson ha sido descrito por muchos como brillante, franco y excéntrico. Le entusiasma la gente inteligente y no soporta los tontos. Watson es un ávido jugador de tenis y lo ha sido desde sus días de graduado. Todavía intenta jugar al tenis todos los días.