Teoría de la conspiración de las grandes farmacéuticas

Una afirmación común entre los defensores de la teoría de la conspiración es que las compañías farmacéuticas suprimen las investigaciones negativas sobre sus medicamentos presionando financieramente a los investigadores y a las revistas. El escéptico Benjamin Radford, aunque admite que «ciertamente hay una pizca de verdad» en estas afirmaciones, señala que, de hecho, se publican regularmente artículos críticos con determinados medicamentos en las principales revistas. Un ejemplo destacado y reciente señalado por Radford es una revisión sistemática publicada en el British Medical Journal que demuestra que el paracetamol es ineficaz para el dolor lumbar y tiene una eficacia mínima para la osteoartritis.

En su libro de 2012 Bad Pharma, Ben Goldacre critica duramente a la industria farmacéutica pero rechaza cualquier teoría conspiratoria. Sostiene que los problemas son «perpetrados por personas comunes y corrientes, pero muchas de ellas pueden ni siquiera saber lo que han hecho».

Steven Novella escribe que si bien la industria farmacéutica tiene una serie de aspectos que merecen justamente ser criticados, la «demonización» de la misma es tanto cínica como intelectualmente perezosa. Continúa considerando que los ataques exagerados a la «Gran Farma» en realidad dejan a la industria farmacéutica «fuera de juego», ya que distraen y empañan críticas más consideradas. También ha escrito, en Skepticblog, sobre la incomprensión general y el sensacionalismo de la investigación sobre el cáncer que suele acompañar a la mentalidad conspiratoria. Señala que las curas para el cáncer, en lugar de estar ocultas, no son las curas que los medios de comunicación promocionan inicialmente y, o bien resultan en un callejón sin salida, en más objetivos de investigación, o en una disminución de la tasa de mortalidad para un tipo específico de cáncer.

Dave Roos y Oliver Childs han criticado la idea de que retener una cura para el cáncer daría más beneficios que presentarla. Dina Fine Maron señala además que este punto de vista ignora en gran medida el hecho de que el cáncer no es una sola enfermedad sino muchas, y el hecho de que se han hecho grandes avances en la lucha contra el cáncer.

En 2016 David Robert Grimes publicó un trabajo de investigación en el que elaboraba sobre la inviabilidad matemática de las teorías conspirativas en general. En concreto, demostró que si existiera una conspiración de las grandes farmacéuticas para ocultar la cura del cáncer, se descubriría al cabo de unos 3,2 años debido al gran número de personas necesarias para mantenerla en secreto.

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