El rey victorioso: El papel de Víctor Manuel III en la Gran Guerra

Resumen

Este capítulo se centra en otro monarca poco conocido hoy en día, Víctor Manuel III. Es popularmente más conocido por su papel en la Segunda Guerra Mundial y su asociación con Benito Mussolini. Sin embargo, como muestra este capítulo, utilizó su posición real para desempeñar un papel importante en la configuración de los esfuerzos bélicos de Italia. En 1914, ya era un monarca experimentado, con quince años de gobierno de un Estado problemático y fracturado a sus espaldas. Al conocerle en 1903, el rey británico Eduardo VII había comentado que «ciertamente tiene toda la política italiana al alcance de la mano». Sin embargo, no se había ganado los corazones y las mentes de los italianos, pero esto cambió durante la guerra. Al estallar la guerra, el sentimiento en Italia no estaba automáticamente del lado de los Aliados. La clase política no estaba segura de los niveles de lealtad popular a la Triple Alianza, y para muchos permanecer neutral parecía ser una opción más conveniente que participar en una acción militar. Sin embargo, Víctor Manuel forzó las manos de sus ministros, al desempeñar un papel crucial en la ratificación italiana del Tratado de Londres. Posteriormente, tras la entrada de Italia en la guerra, el Rey fue el impulsor de la mayoría de las decisiones militares tomadas sobre el alcance y la intensidad de la participación italiana, incluida la destitución del general Cadorna. En 1917, durante la reunión entre políticos británicos encabezada por el Primer Ministro (aunque Jorge V también estuvo presente, a regañadientes), Víctor Manuel fue fundamental para que Italia obtuviera una ayuda militar crucial de los Aliados. Es una medida de la importancia del Rey que Lloyd George, en sus memorias, comentó que habían sido las acciones del Rey las que, en Peschiera, habían salvado a Italia de la derrota. Víctor Manuel se convirtió en el «símbolo vivo» del país. Al igual que su homólogo británico, Jorge V, se empeñó en ser una presencia constante entre sus tropas en el Frente, lo que le hizo muy querido por sus soldados, que incluso llegaron a reconocer el distintivo rugido del motor de su coche. Rudyard Kipling, entre otros, se dio cuenta de este fenómeno, y escribió: «Nunca se sabe dónde aparecerá el Rey, pero siempre está en algún lugar de la línea, y nunca deja nada sin ver». A través del análisis de los periódicos y otras fuentes primarias, este capítulo explora cómo el Rey se convirtió en un icono clave en el imaginario popular italiano y en un poderoso factor de unión para la joven nación.

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