Hoy analizamos un poderoso discurso de Al Pacino en la película Any Given Sunday. La premisa de la película (y del discurso) es bastante sencilla: Pacino es el entrenador de un equipo de fútbol americano que en su día fue grande y que ahora está plagado de lesiones y disensiones internas, y que lucha por llegar a los playoffs.
Antes del gran partido, Pacino tiene que dar un discurso a sus jugadores que les motive para dejar de lado sus diferencias y trabajar juntos como un equipo.
Es un discurso maravillosamente elaborado y pronunciado a la perfección por Pacino. No es de extrañar que sea ampliamente reconocido como uno de los mejores actores de su generación. Échale un vistazo y luego lo comentamos.
Potente. Y no te engañes: hay muchas cosas ahí que podemos utilizar en nuestros propios discursos. (Excepto, quizás, el lenguaje de vestuario, aunque nunca se sabe cuándo la situación lo requerirá.)
Lo que me gustó
- Pacino lleva al equipo a una montaña rusa de emociones. Empieza despacio y va in crescendo antes de volver a bajar a sus jugadores. A continuación, los hace subir y bajar dos veces más. El público quiere hacer un viaje. Llévalos.
- Repite la palabra clave del discurso – «pulgada»- no una, ni dos, sino 13 veces. La repetición es una poderosa herramienta para transmitir el mensaje.
- Utiliza tricolones -conjuntos de tres frases o palabras similares- al menos cuatro veces: 1:15, 2:15, 2:20 y 3:20. El uso de triples es una técnica poderosa para hacer que una idea se fije en la mente del público.
- Al Pacino habla con emoción genuina y se expone a nivel humano.
- Tiene un buen contacto visual.
- Utiliza gestos bien sincronizados: «¡Agarramos con las uñas de los dedos esa pulgada!»
- Al Pacino utiliza los contrastes para crear líneas poderosas: el infierno y la luz; ganar y perder; vivir y morir.
- Utiliza palabras sencillas.
- Termina con una llamada a la acción: «¿Qué vas a hacer?»
Estas son algunas de las cosas que hicieron que el discurso fuera memorable para mí.
¿Sugerencias? Bueno, ya sé que se guionizó así para la película, pero yo no hubiera puesto a Al Pacino sosteniendo su hoja de juego. Si vuelves a ver el vídeo, verás que hay momentos en los que se está pasando el papel de mano en mano y, por lo demás, jugando con él. No es algo importante, sin duda, pero a algunos les puede distraer.
Escribe tu discurso como un poema
Antes de concluir, me gustaría que hicieras una cosa más. A continuación tienes el texto del discurso de Al Pacino. Me gustaría que volvieras a poner el vídeo pero que leyeras junto al texto. Fijaos en cómo lo he escrito.
Así es como debéis escribir vuestros discursos.
Winston Churchill decía que un discurso es poesía sin forma ni rima. Creía que no debía escribirse para ser leído, sino para la forma en que el público lo escuchará. En frases memorables.
Nota las palabras que terminan cada línea a continuación. Son casi todas significativas y las pausas que las siguen permiten que las ideas calen.
Incluso si no lees tu discurso, elaborarlo de esta manera te ayudará a formular tus ideas, elegir las palabras adecuadas y pronunciarlas con la cadencia, la emoción y el énfasis correctos.
Pruébalo para tu próximo discurso. Te prometo que notarás la diferencia.
Discurso de Al Pacino
No sé qué decir realmente.
Tres minutos,
a la mayor batalla de nuestra vida profesional,
todo se reduce a hoy.
Ahora, o nos curamos como equipo,
o nos vamos a desmoronar.
Pulgada a pulgada,
jugada a jugada,
hasta que estemos acabados.
Ahora mismo estamos en el infierno, señores.
Créanme.
Y,
podemos quedarnos aquí y que nos den una paliza.
O,
podemos luchar para volver… a la luz.
Podemos salir del infierno.
Una pulgada, a la vez.
Ahora, no puedo hacerlo por ustedes.
Soy demasiado viejo.
Miro a mi alrededor, veo estos rostros jóvenes y pienso,
He tomado todas las decisiones equivocadas que un hombre de mediana edad puede tomar.
Me he cargado todo mi dinero, lo creas o no.
He ahuyentado a todos los que alguna vez me han querido.
Y últimamente, ni siquiera puedo soportar la cara que veo en el espejo.
Sabes, cuando envejeces en la vida,
te quitan las cosas.
Eso es parte de la vida.
Pero, sólo aprendes eso cuando empiezas a perder cosas.
Descubres que la vida es un juego de centímetros.
También lo es el fútbol.
Porque en cualquiera de los dos juegos,
la vida o el fútbol,
el margen de error es tan pequeño.
Quiero decir,
Un medio paso demasiado tarde o demasiado pronto,
y no lo consigues.
Un medio segundo demasiado lento, demasiado rápido,
y no lo alcanzas.
Los centímetros que necesitamos están por todas partes a nuestro alrededor.
Están en cada pausa del juego.
Cada minuto, cada segundo.
En este equipo, luchamos por ese centímetro.
En este equipo, nos destrozamos a nosotros mismos, y a todos los demás a nuestro alrededor por ese centímetro.
¡Garrastramos con las uñas de nuestros dedos por esa pulgada!
Porque sabemos,
cuando sumamos todas esas pulgadas,
eso va a marcar la maldita diferencia entre ganar y perder!
¡Entre vivir y morir!
Te diré esto:
En cualquier pelea,
es el tipo que está dispuesto a morir
el que va a ganar esa pulgada.
Y sé,
si voy a tener algo de vida,
es porque, todavía estoy dispuesto a luchar y morir por esa pulgada
¡Porque eso es vivir!
¡Las seis pulgadas frente a tu cara!
Ahora no puedo obligarte a hacerlo!
¡Tienes que mirar al tipo que está a tu lado.
¡Mira a sus ojos!
Ahora creo que vais a ver a un tipo que va a ir ese centímetro con vosotros.
Vais a ver a un tipo que se sacrificará por este equipo
porque sabe que cuando llegue el momento,
vosotros vais a hacer lo mismo por él.
Eso es un equipo, caballeros.
Y, o nos curamos -¡ahora! – como un equipo!
O moriremos como individuos.
Eso es el fútbol chicos.
Eso es todo.
Ahora, ¿qué vas a hacer?